miércoles, 10 de septiembre de 2014

Chayanne estuvo en Ba. As.


Un porteño más
“Cuando no vengo a esta tierra extraño los asados, las facturas, los alfajores... y las mujeres, claro”, afirma el morocho, acudiendo a su acostumbrada picardía.

Efecto sorpresa
Dentro del local de Wanama, en Unicenter, sorprendió a los clientes: “¿Señora, esta remera me queda bien?”, consultó, y la mujer casi se desmaya. Parte del recorrido incluyó viajes en subte, fotos con el público y la firma de 600 discos.

Artista solidario
A lo largo de su carrera, siempre se destacó por colaborar con distintas fundaciones del mundo, ya sea visitándolas, participando en recitales gratuitos o promocionándolas. En su paso por la Argentina visitó la Casa de la Fundación Garrahan y les llevó regalos a los chicos. También conversó con los directores y el personal médico: “Hacen una obra maravillosa”, los alentó el puertorriqueño.

CHAYANNE SUELTO EN BUENOS AIRES
“Cruzarme a los argentinos en la calle fue mágico”
Pasó tres días presentando En todo estaré, el disco 24º de su carrera. Lo hizo de una forma original: sorprendió a la gente en una librería, en un negocio de ropa, en el subte, en Casa Garrahan, en el aeropuerto... Luego, en una conversación íntima, habló sobre su esposa, sus hijos y, por primera vez, de su madre recientemente fallecida: “Fue la responsable de mi exitosa carrera”.


Aunque se llame Elmer, como el cazador malhumorado que persigue al conejo Bugs Bunny y al Pato Lucas, Chayanne, de paso por Buenos Aires, se convirtió en Droopy, el afligido Basset Hound que aparece en todos lados. Y sí, porque durante tres días el muchachito de la sonrisa eterna recorrió la capital argentina como pocos artistas de su calibre se animarían: aconsejó a clientes en un local de ropa y una librería, usó la tarjeta SUBE, firmó discos, viajó en subte, ayudó a los empleados del aeropuerto de Ezeiza a hacer el check in de los pasajeros, regaló juguetes a chicos internados en Casa Garrahan... y claro, también promocionó En todo estaré, el nombre que eligió para su último álbum, que el día de salida ¡superó el Disco de Oro y se colocó primero en las listas! “Fue una experiencia increíble ese acercamiento con el público –admite–. Cruzarme a los argentinos en la calle fue mágico. Tu país es mi segundo hogar. Muchos se sorprendían y no sabían qué decir; algunas mujeres se largaban a llorar... Increíble. Y ni te cuento la visita a los chicos internados. Estar con ellos, verlos, me llenó de alegría y amor. Disfruto tanto estas cosas... Los chicos son mi gran debilidad”, redondea el reconocido músico al día siguiente, en el teatro de la compañía Sony Music, su sello discográfico, mientras disfruta de un café recién servido.
–Antes de que saliera a la venta este disco, el número veinticuatro de tu carrera, llevabas vendidos más de 50 millones de álbumes. ¿Cómo se compone para tanta gente?
–¡Qué responsabilidad! Ahora que lo mencionas... ¡es demasiado cariño junto! Aunque no pienso en esas cosas a la hora de sentarme a componer. Si lo hiciera, no podría escribir una sola palabra.
–¿Cuáles son los desafíos qué te imponés cuando componés?
–Poder variar el repertorio musical es el gran desafío. El pop te permite fusionar bastante los ritmos. En este disco, para el caso, intenté ponerle mucho el ritmo de la isla, como yo llamo a Puerto Rico.
–El título es En todo estaré. Acabás de demostrarlo ayer en la calle, de la misma manera que a lo largo de tu carrera lo hacés constantemente en las radios, las novelas, las series, las películas de dibujitos... ¡Estás de verdad en todos lados!
–Creo que en el fondo tengo algo de Droopy. Cuando me dijeron cuál era la idea para este lanzamiento, me encantó. Quiero hacer el disco, participar de la presentación y elegir las canciones del show. Tengo 46 años y por ahora el cuerpo me da. Cuando sea abuelo, veremos si aguanto semejante ritmo.
–La letra del tema que le da título al disco habla de un hombre que le promete a su enamorada...
–(Chayanne interrumpe y responde). Es una hermosa canción de amor, que expresa que cuando tú tienes cariño verdadero por tu pareja, quieres estar con ella en todos sus momentos.
–Perfecto. Ahora, la introducción venía a cuento porque en las dedicatorias del disco leemos a tu padre, tus hermanos, tus hijos y ¡hasta al gato!, pero no así a tu esposa... Entre junio de 2013 y agosto de 2014 se anduvo comentando bastante el tema por el que ahora voy a preguntarte: ¿estás separado de Marilisa?
–¡No, es que cuando pongo “a mi gato”, es a mi esposa!
–¿...?
–Esa es la forma cariñosa con la que la llamo hace muchos años, y eso no va a cambiar porque en el mundo la palabra “gato” tenga muchos significados, eh (risas).
–¿De dónde salen esos rumores del distanciamiento?
–No sé bien por qué el mundo me quiere separar. Lo veo como parte del show. Trato de no exponer mucho a mi mujer, para cuidarla, pero cuando los periodistas o la gente me ven solo, inventan un problema. Lo que te puedo decir es que estamos muy bien.
–También se lo dedicás a tu mamá, Irma Luz, que murió en abril. ¿Qué extrañás más de ella?
–Todo... Todavía la herida está abierta. Cuando te pasa algo así, es difícil recuperarse. Ahora lo puedo hablar un poco más, pero la tristeza es infinita.
–¿Preferís que pasemos a otra pregunta?
–No, está bien. Me va a hacer bien hablarlo. Lo que te puedo decir es que cuando murió, me sentí nuevamente un niño. Porque volví a aquellos primeros recuerdos tomado de su falda en mi casa de Puerto Rico. Ella fue quien me llevó a las clases de canto, a las de actuación, a la escuela. Fue una mujer increíble y la responsable de mi carrera exitosa. Se me viene a la mente su sonrisa, su voz, su perfume...
–¿Pensaste en escribir alguna canción para recordarla?
–Todo lo que haces en la vida es pensando en tu familia y en el cariño que sus integrantes te dan. Acá en mi mano tengo esta pulsera gris, un regalo de mamá. La siento todo el tiempo. Sé que se encuentra con nosotros en este lugar. Por eso, ante tu pregunta, decidí hablar.
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Elmer Figueroa Arce rompe en llanto y su vista se pierde en un punto indefinido. Un vaso de agua lo ayuda a bajar la angustia. Minutos después, Chayanne asiente con la cabeza y con un “estoy bien”, y nos da el pie para que continuemos con la nota.
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–¿Cómo lo lleva Quintino, tu papá?
–Con altos y bajos. Fueron años en pareja con la misma mujer, y debe resultarle muy difícil estar solo. Mis tres hermanos viven en Puerto Rico y lo acompañan, y nosotros, con mi esposa y mis hijos, también tratamos de estar.
–A propósito, ¿existe alguna posibilidad de que alguno de tus hijos siga tu carrera?
–Lorenzo (17) está enfocado en el estudio y el deporte, y me parece que su historia va por el lado de la psicología; e Isadora nos dice desde pequeña que desea ser dermatóloga o veterinaria. ¿No la habré traumado llamando “gato” a su madre? (lanza una carcajada).
–El próximo año va a cumplir 15. ¿Se viene la gran fiesta, el vestido blanco, el novio que tímidamente la sacará a bailar? ¿Estás preparado para todo eso?
–Sí, claro. Yo, mis hermanos, mis amigos... ¡todos estamos bien preparados! (con sus manos hace el gesto de cargar una escopeta).
–¿Sos muy celoso de ella?
–Tremendamente. En Puerto Rico hay una tradición: la hija llega en zapatillas a la fiesta y el papá es el encargado de colocarle los zapatos de taco alto. Significa que la estás entregando a la vida como una señorita. Bueno, te confieso: ¡no quiero que llegue ese momento!
–¿Te gustaría que le toque un novio como su papá?
–¡Claro! ¡Haríamos buenos negocios! (más carcajadas).
–¿Sería un regalo divino o un sufrimiento infernal?
–Si es como su papá, con tantos viajes, actividades y compromisos, no será fácil. Yo le dedico a mi familia todo el tiempo que puedo, pero a veces no alcanza. Tengo un compromiso grande con el público y eso me provoca muchas ausencias.
–A los 46 años y con dos hijos adolescentes, podría tocarte en un tiempito convertirte en abuelo. ¿Hablás del tema con tus hijos?
–Sí, y mucho. Sé que ya no decido por ellos como cuando eran chiquitos, pero quiero aconsejarlos. Me preguntan y yo les doy un abanico de causas y efectos. Aunque viaje mucho, trato de ser un buen papá.
–¿Y te ves abuelo o no?
–De ese tema sí que no voy a hablar (risas finales).

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