viernes, 8 de abril de 2011

Chayanne pulverizó anoche el Rumiñahui con su baile y música

Los colores, las luces y el movimiento que ahora ofrece la tecnología para iluminar un escenario se opacaron anoche ante la energía, la vitalidad y el baile de un hombre de sangre latina: Elmer Figueroa Arce, Chayanne.
Ni los gritos de las fans que inundaron el saturado coliseo Rumiñahui por casi tres horas se escucharon más que la voz del puertorriqueño, quien ascendió al escenario en medio de una explosión multicolor que dejó ver no solo su contorneada talla, sino el nombre del tour que promocionó su nuevo disco: No hay imposible.
Con micrófono en mano y sin perder un minuto más, el varonil boricua planteó el primer reto a las damas: Provócame. Un pasito por aquí, una vuelta por acá y los destellos de luz que cegaban mientras él se meneaba y endulzaba el oído con la canción no distrajeron a atención de las mujeres que con ojos de infrarrojo lo ubicaban donde esté.
El ritmo pop de la canción se prestó para deslumbrar a los asistentes con los bailes, las contorsiones, los saltos y hasta los pasos sensuales de ellos y ellas. Y, por su puesto, de Chayanne, que no requería de mayor esfuerzo para demostrar el origen latino.
Cerca de las 21:00 ingresó con fuerza Lola en boca de Chayanne, quien junto con sus bailarines -dos mujeres rubias que resaltaban el color latino del puertorriqueño y tres hombres fornidos- deleitaron los sentidos.
A la hora del saludo, pasada las 22:00, un grito al unísono casi opacó el ¡Hooola Ecuadoooor! Que expresó. Luego de agradecer el cariño y la hospitalidad de Ecuador y de ofrecerse para que “¡Esta noche puedan hacer con nosotros lo que quiiiiiieran! llegó la primera balada: Un siglo sin ti.
La canción fue la más tarareada de la noche y pese a las coloridas y gigantes pantallas que lo acompañaban su destello fue mayor. No hubo nada que distraiga la atención de los presentes que en un 98%, al menos, era mujeres, la mayoría de la tercera década. Y a partir de la quinta canción empezó a perderse la cuenta.
Solo un esposo serio que miraba anonado a su pareja pudo contar que Chayanne iba por la octava canción. Caprichosa fue la más electrizante, pero los colores y el movimiento de los juegos electrónicos en las cinco pantallas ubicadas detrás de él no disminuyeron la sana energía que Chayanne descargaba sobre el escenario en donde faltó piso para desplazarse.
Después de tanto sacudón se tornaba necesaria una cambiada de camisa y por tres ocasiones desapareció del escenario para actualizar su prenda. Por supuesto no podía olvidarse de mudar sus pantalones y con una parada informal de jeans y camisa blanca tarareó otras tantas que deleitaron al público.
No faltó en su repertorio Tiempo de Vals, que en la voz de Chayanne se tornó innecesario el traje formal para el baile. Abrazo al aire y simulando que tenía entre sus brazos a todas las mujeres del coliseo empezó a danzar el un dos tres, un dos tres…
Una hora y media después de iniciado su show comentó que su gira “bellísima” por Ecuador incluía Guayaquil en donde se presenta mañana. En cada pausa se detenía para agradecer el trato que el país le habían dado: “Me han tratado como a rey”, será “porque ustedes me conocen desde hace...? Poco”, dijo jocoso, mientras su blanca dentadura brillaba más que el escenario.
Durante todo el concierto la coquetería, picardía, ese aire inocente mezclado con la madurez de un hombre no se separaron de Chayanne, quien demostró hasta las 23:35 la energía que solo un latino tiene el privilegio de derrochar.
Al cierre y con camisa rojo sangre estuvo Torero. El evento fue organizado por Top Show.

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